miércoles, 2 de marzo de 2005

Cabos sueltos

Deja. Ahora no caigo. Perdone, estaba yo. ¿Cuándo me paso? ¿Me guarda el sitio? Ya lleva un rato. ¿Ya estás? Me he dado con la puerta. ¿No lo coges? ¡Cuánto tiempo! Me suena. Será para ti. Yo tengo y cinco. Ya veo. No, si ya. Soy yo.

¿Alguna denominación para estas expresiones? Son del tipo que pone a prueba a un traductor. Y a nadie se le escapa, y a los alumnos menos, que los libros de texto no las trabajan (porque, ¿cómo sistematizarlas?). Cuando faltan diez minutos de clase y la siguiente actividad que he preparado no encaja, por larga o por aburrida, abro mi cuaderno y les suelto un par o tres de estas frases. A veces, a lo bruto, les doy la formula en alemán y les рido una traducción inmediata.

Otras, soy más considerado y les hago pensar en qué situación se produciría semejante frase. Por ejemplo, el otro día sale “Estaba yo”, y me contestan “dices esto cuando has hecho una cosa mala”. El error nos lleva a repasar la diferencia entre la frase propuesta y “He sido yo”: perfecto/imperfecto, ser/estar, esa alteración del orden usual. Pero, sobre todo, oigo a los alumnos pensando en situaciones, más conscientes que nunca de que las palabras están para hacer cosas.

Cuando vuelvo a España, me doy cuenta de que el ejercicio tiene para mí otra función, que es la de no olvidar cómo se habla mi idioma. Cuando vuelvo a Madrid o a Barcelona y vivo los fugaces momentos que dan pie a estas frases, a veces me veo contestando en la L2. O callando. Entonces soy más consciente que nunca de los túneles que el extranjero me ha cavado.

0 Comments:

Publicar un comentario

<< Home