domingo, 27 de diciembre de 2009

Primeros mendrugos

En la primera entrada desde mi glorioso regreso al blog dejé varias cosas abiertas, unas a propósito y otras por incompetencia:

- La expresión actor de la vida: así me llamó mi amigo Álex una vez, no sé si por piedad. Sé exactamente cuándo, dónde y a raíz de qué, pero no voy a rastrear el recuerdo. ¿Es necesario decir todos los recuerdos que afloran, reproducirlos como si la vida estuviera llena de greatest hits? Desde que tengo abuso de razón lo he pensado. Ya saben: niño eterno, manta de lana lila, jaquequitas. De ahí a ser proustiano hasta cuando voy en calzones -sin haber leído más allá de A la sombra de las muchachas en flor-, no había más que un paso. Un brasas con lazos, vamos. No sé si por piedad para conmigo mismo, voy a recordar mogollón en estos diarios, pero voy a hacer por justificarlo cada vez. Será otro día.

- Estos últimos meses que me quedan en Europa: a partir de febrero voy a vivir en Tokio, con la consiguiente pérdida de contacto. Por razones que no hace falta explicar pero gastaré horas y bytes en detallar, me propuse montar un blog sobre el choque cultural. Ah, la multiculturalidad. Hermoso y tedioso concepto que da lugar a tantas risas, sonrisas y abrazos en congresos (y fuera de ellos, para qué engañarse). Es lo que me da de comer. Será otro blog.

- Expresiones como brasas y debiús: los cuatro gatos que las lean, si no las entienden desde hace decenios, acabarán por pillarlas.

En la entrada de ayer me quedé en lo de que leer me obsesiona. Al escribir los tres mendrugos previos, ondeaba sobre ellos el título Leer para qué. Ahora me he dado cuenta de que es un poco tarde para empezar un texto sobre el particular con pretensiones de solidez (y he escrito solidez muy rápido porque ya me entraba o el asco o la risa) y además me he olvidado de lo que iba a contar. Será otro día.

Son casi las seis de la tarde y el balance del día ha sido el siguiente. He tardado dos horas en montar un programa de memorización en el ordenador. En algo menos de tres horas he aprendido a distinguir quince katakanas y quince hiraganas (reflejos silábicos del japonés). He conseguido no forzarme a comer todo lo que me ha puesto mi madre en el plato. He tirado algo menos de una hora con resúmenes varios del partido Lakers-Cavs de ayer. Debiús.

1 Comments:

Blogger Unknown said...

A todos nos ha tocado ser actores (incluyendo al que te hizo el comentario). Y, normalmente, tenemos que conformarnos con papelillos de secundario. Por otro lado, la vida no suele pasar de la "Serie B", aunque, como es bien sabido, dicho género no carece de encanto. Completamente de acuerdo con la apreciación de esa persona respecto a tí: ayer estuve a punto de decirte lo mismo sentados en aquel lugar. No sólo eres actor de la vida, sino que te consta que los demás también lo somos. Y somos peores actores que tú, que durante un tiempo te dedicaste al teatro.

5:05 p. m.  

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