viernes, 1 de julio de 2005

­Otros ojos

­­­­­­Pienso en otros ojos, míos a pesar de todo. Los ojos reptan y escalan la pared hasta perderse por un resquicio en busca de mi pasado. Salgo de la cama. La noche es inmensa (soy hombre). Abro la nevera y con otros ojos me pongo a oler los tarros. Uno de pesto y otro de curry; empezados pero intactos desde hace semanas.
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­­­Desde que descuidé la bitácora, más o menos. Decido que el curry y el pesto que he olido esta noche sean coetáneos, compañeros o culpables del abandono. Aún no están pasados. Tengo un olfato muy sensible para la descomposición. La leche agria. El sudor nervioso. O la tortilla que se pega. Tengo un buen olfato pero lo llamo otros ojos.
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­­­­Los ojos se han ido atrás, a zonas exentas de la bitácora. A partir de hoy escribiré el artículo del día y el de algún día pasado. Hoy, además de esto, remito a la fecha del 8­ de junio­, donde he incrustado la primera pieza de una serie que he titulado Fascinación; a razón de dos textos diarios, supongo que en algún momento de julio habré rellenado todos los baches de esta bitácora.
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­­­­Entonces quedará una opción: escribir el texto del día y reescribir los textos pasados. Los agrios, pegados y gomosos textos pasados. La bitácora devendrá serpiente que se muerde todo el cuerpo. Otros ojos, míos a pesar de todo, han salido a su caza.­

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