martes, 15 de marzo de 2005

Luz en el norte

"Step on the ground. Step on the ground". El resto lo transcribiré en español. Sólo estábamos él -el dueño- y yo en el café, faltaba una hora para mi clase y me había pasado las dos últimas vagando por la nueva luz de los días, que extremaba las diferencias entre los barrios del norte de la ciudad; entre Wedding, ancho, obrero y tosco, y aquel café de Mitte, diáfano, cubista, coqueto.

Él, como siempre, iba enteramente de negro, pero esta vez sonaba salsa de hilo musical. Cuando nos quedamos solos me contó que aquella maNana, en la cocina, se había venido abajo por primera vez en años. No le pregunté por qué. Mi alemán no debía de gustarle, porque me hablaba en inglés. El café parecía más blanco que nunca cuando se puso a bailar. Después de unos pasos, como si me hubiera leído el pensamiento, me hizo notar que el ritmo se aprehende sintiendo los pies en el suelo. Step on the ground.

Si da la impresión de que yo lo contemplaba con la mirada de Mitchum, estoy escribiéndolo mal. Mi cara era la de Amèlie Poulain en pleno delirio. No sé mover el cuerpo al ritmo de nada y quizá tenga esto que ver con mi dificultad para la comprensión auditiva de lengua extranjera. Esto estaba yo pensando cuando cambió la salsa por un disco de tango y empezó a andar por el café, por su espacio, demostrándome que en el tango andar no es sólo andar sino mirar al otro con todo el cuerpo.

Yo sólo quería escribir algo sobre el fin del invierno.

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