martes, 22 de marzo de 2005

Vecinos (I)

Cuando vinieron a visitarme, creo que mis padres se quedaron tranquilos al comprobar que la parte sur de Kreuzberg, donde vivo, les recordaba al barrio de Salamanca, por sus fachadas historiadas, por las ventanas, anchas y dominantes, por la edad de las piedras. Sólo mirar esas filas de casas antiguas me hace pensar en una cara serena y lavada.

La gente que luego se cruzaron no parecía ya la del madrileño barrio. En Kreuzberg cohabita en casas rancias y nobles gente de muy vario poder adquisitivo. Estudiantes y profesionales. Familias de inmigrantes y ancianos que conocieron el Tercer Reich. Karen y su vecino del entresuelo. Cada vez que sale -él-, deja un papel pegado en la puerta con el que avisa de su paradero: la oficina de ayuda social, la mayor parte de las veces.

A quién tendrá que avisar este hombre. Me vienen a la cabeza imágenes de informadores polimorfos, confundidos entre los personajes del barrio, como en las películas mudas de Fritz Lang. La letra de las notas es agónica: se ve prieta y en renglones vacilantes.

El otro día leyó Karen un nuevo texto: "Estoy bajo arresto". In haft. La expresión me suena un poco forzada, casi diría que literaria; iba acompañada de la dirección de la comisaría. Empecé a montarme una película. Mi barrio esto es lo que tiene.

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