jueves, 28 de abril de 2005

Habseligkeiten

Recuerdo a mi padre contando un día con una sonrisa y orgullo cómo su hermano, insatisfecho por el resultado de un simposio o un sarao orientado a elegir la palabra más bonita del idioma, se puso a buscarla él solo. Me suena que la ganadora oficial había sido “golondrina”, o “amor”.

Mi tío, después de haber escrito lo suyo, concluyó entonces que la palabra más bonita que había usado era “frío”. El camino hasta este veredicto me resultaba un arcano, pero tal vez desde ese momento elegí que fuera él, mi tío, la persona de su generación que invertía tiempo en estas cosas.

El otro día suena el teléfono. Al otro lado reconozco la voz grave que desde Chile dice aló. Me lee secciones de un artículo sobre la elección de la palabra más hermosa de la lengua alemana. Entre más de cien argumentaciones, se impone la de la profesora de una universidad católica de no sé dónde: su palabra es “Habseligkeiten”, me deletrean desde el hemisferio sur.

No sé que significa. “Son las pequeñas cosas de poco valor aparente que se saca un niño de los bolsillos”. Tiene razón: son felices la palabra y la idea. Pero por encima de todo me honra que alguien invierta tiempo conmigo en estas cosas.

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