viernes, 22 de abril de 2005

­­­Momentos del sí

­­­A mediados de enero propuse a dos grupos b1 una actividad que fracasó, con paliativos. Acababa yo de volver de vacaciones y aproveché lo que había vivido durante las fiestas para escribir en una hoja diez o doce frases que chirrantemente resumían otros tantos episodios. Debajo de la lista, unos cuantos marcadores del discurso: vaya, pues, bueno, etc. Tengo la hoja por ahí.
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­­Nos dedicamos al principio a discutir el significado de cada marcador. Después, por parejas, se tenían que turnar para contarse historias de las que yo había resumido, como si las hubieran vivido ellos. El oyente de la historia tenía que interrumpir periódicamente la narración con alguna de las expresiones discutidas.
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­Releyendo el planteamiento, me extraña no haberme dado cuenta de que tanto la preparación como la explotación de la actividad iban desencaminadas, pero más aún me choca mi pretensión inicial de inculcar aquellos contenidos en bloque. Me queda la atenuante de que, en los exámenes de gramática contextualizada que les he puesto, han demostrado conocer la diferencia entre un bueno y un oye en conversación.

­Pero media un trecho hasta que puedan producir oralmente los marcadores. Por eso, ya a los principiantes les conciencio de que en español, como en todas las lenguas, existen momentos del sí: uno más tímido, otro más rotundo (aquí es donde entra el pues comentador). Pero rara vez se dice, sólo, . Casi nadie se somete de ese modo.

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