jueves, 14 de abril de 2005

Persona

Sólo vinieron dos alumnas que ocuparon sus sitios habituales, una al lado de la otra, así que yo me senté justo enfrente. Tocaba repasar y ampliar los adjetivos con los que se describe la personalidad. Cada adjetivo daba paso a un comentario sobre alguien a quien se le pudiera aplicar. Llegamos a "extrovertido" y, como no se les ocurría nada, me puse a mí mismo de ejemplo.

"¿No os parece que yo lo soy bastante? Extrovertido". Se me quedaron mirando, con una sonrisa. La de la izquierda contestó: no, tú eres introvertido, no pareces, pero yo creo que tú eres introvertido. Argüí que me gusta mucho hablar y saqué algún otro adjetivo a propósito de la facundia: eran cortinas de humo. Me sentía delatado.

"¿Introvertido?, si a mí me gusta mucho hablar". Por eso, dijo la otra. Una hora más tarde, aireándome por la Kastanienallee, di con un pensamiento de alivio: por lo menos se dan cuenta de que este trabajo exige un desdoblamiento, un esfuerzo añadido de psicosis. Aparte de reconocerlo, hoy, de alguna manera, me lo han reconocido.

Sólo unos meses más tarde he logrado explicarme el motivo de aquella inquietud. Procedía de la conciencia de que soy muy natural dando clase; de que lo de dar clase me sale mu natural. A pesar de lo cual, aparento estar desdoblado. Así que una de los dos está equivocada: mi alumna o la conciencia de mí mismo.

1 Comments:

Blogger Elei said...

Yo en el trabajo ADEMAS llevo corbata...

7:36 p. m.  

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